Se dice que se escribe mejor con el corazón roto, con el corazón en la palma de la mano.
Con nuestros sentimientos a flor de piel. Y en gran parte, es verdad. Y es qué quien lo haya experimentado sabrá que uno no se conoce mejor hasta que indaga dentro.
Porque a la vez que te reconstruyes, también olvidas, quemas y sacas a la luz cosas de ti que tan arraigadas estaban que pensabas que nunca te iban a hacer daño.
Como dije hace tiempo, estamos hechos de trocitos, trocitos que se juntan con el tiempo, otros que vuelven a romper, algunos que entran en bucle y nunca llegan a salir, y por último los que siempre se quedaron al margen, recordándote lo bueno y lo malo.
Pero bueno, nos estamos yendo por las ramas, así que volviendo a lo de antes...Daño siempre nos van a hacer. Y hay que saber apreciar hasta con quien complicarse la vida.
Saber entregar ese trocito de nosotros es importantísimo, tanto que lo pueden usar a nuestro favor, como en nuestra contra.
Y si algún día os hablo con el corazón roto, recordad que no hay mejor solución que romperse para volverse a crear.
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