Habían pasado escasos minutos desde que la vio marchar en la esquina de su portal, se echó la mano al bolsillo y cogió su teléfono. No pensó en otra cosa que no fuera recordar lo vivido hace unas horas con aquella chica que había conocido unos meses atrás y que nunca era capaz de decirle "hola" hasta aquel día que echó fuerza de voluntad y se propuso a hablarle. Abrió su foto de perfil y se quedó en blanco varios segundos, le había encantado, nunca pensó que alguien le podría hacer sentirse tan bien. Caminó un rato hasta su casa, a solas, bajo la luz de la luna y lleno de ilusiones.
Cuando llegó, se fue hasta a su habitación sin hacer mucho ruido, ya eran horas tardías y no quería despertar a sus padres; se metió en cama y una sonrisa de oreja a oreja le hizo recordar lo bueno, lo vivido y lo que le quedaba por vivir. Aún le quedaba algo que decir antes de acostarse, volvió a ver su móvil y abrió la conversación, allí estaba, conectada, esperando algo. Cargado de ilusiones, de esas que había sentido antes, le dijo así: "Buenas noches y gracias por el día de hoy". Apagó la luz de su habitación y vio como la pantalla de su móvil se iluminaba, era ella, había contestado. "Hasta mañana, yo también lo he pasado muy bien, gracias a ti".
Aquella noche sabía que iba a dormir, por una vez en meses tenía sueños que le hiciesen sentir vivo.
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