Desde el Barrio del Pilar hasta Mirasierra. Desde Pilar de Chamartín hasta Sol. Desde Fuencarral hasta Plaza de España. Distancias cortas en un lugar tan grande como es Madrid. Trayectos pequeños para corazones tan grandes.
Aún recuerdo nuestro último paseo por la Vaguada; nuestra última copa en La Latina; nuestro bocadillo preferido en La Plaza Mayor, el de calamares por supuesto; las tardes-noches sentados en alguna terraza de la Remonta; días de Teatro en Tirso de Molina y algún que otro partido visto en el Palacio de Deportes.
Y podría continuar contándote rincones de Madrid pero son rincones sin magia, lugares sin encanto, para mi claro está; porque aunque hayan perdido su luz en mis ojos, Madrid sigue teniendo esos huecos entre calles estrechas que encuentras sin querer.
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