viernes, 3 de junio de 2016

Sólo contigo

Esa sonrisa que me volvía loco.
Esos abrazos de minutos que duraban más que nuestros trayectos juntos.
Tu cintura, esa donde coloqué tantas veces mis manos para que te inclinaras sobre mí.
Mis manos recorriendo tu cuerpo, despacio, como te gustaba a ti.
Cogerte de la mano y enseñarte rincones de Madrid que no conocías.
Correr hacia a ti sin que me vieses y abrazarte con todas mis ganas.
Hacerte cosquillas y que acabaras como siempre con tus labios pegados a los míos.
Que me picases tantas veces y que siempre ganases tú.

Y tenías razón, las mejores cosas en la vida no son cosas. Ponerle cifras y contarlas no tiene sentido si la calidad de dichos momentos no sobrepasa la barrera de la satisfacción hacia la enajenación.

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